SOCIALITES Y LITERATURA. En la foto, una de las socialites más internacionales: Beatrice Borromeo, novia del hijo de Carolina de Mónaco, en Cannes.




El otro día tecleé en Google el nombre de una amiga mía y descubrí  con sorpresa que salía en Wikipedia bajo el epígrafe de socialite.  A tiempos nuevos vocablos nuevos, si bien en el siglo XVII ya existían socialites como por ejemplo Ninon de Lenclos.   Lectora empedernida desde su  adolescencia, conocedora de los ensayos de Montaigne y la literatura clásica y latina, mecenas. Famosa por su cultura y su ingenio, amiga de Voltaire, escritora, epicúrea más que libertina, (es fama que a los 80 años tuvo su último amante). Aparte de una pionera de la liberación de costumbres de la mujer fue muy crítica con las féminas cuyos únicos afanes eran la belleza y el coqueteo a las que denominaba: un anzuelo sin cebo.  (Leer más)



 En la España ilustrada del XVIII, la Duquesa de Osuna, protectora de Goya y una de las primeras mujeres que ingresó en la Real Sociedad Económica Matritense, mantuvo uno de los salones literarios más conocidos de Madrid. Las socialites de entonces eran reinas, viudas nobles  o cortesanas que tenían que hacerse valer con sus importantes amantes.  En la sociedad norteamericana del XIX que empezaba a conocer la opulencia, comenzaron  también a emerger  otra especie mundana que los ingleses definieron con el vocablo social climber, una palabra que no tiene equivalente en español y viene a ser algo así como escalador social. Ambos términos se popularizaron en los años 20 del siglo pasado. En la literatura anglosajona existen multitud de ejemplos de social climbers, lo cual no es de extrañar ya que sus andanzas suelen ser muy literarias.  Los mejores han sobrevivido airosamente  al paso del tiempo como el Barry Lyndon de William M. Thackeray.  A Thackeray se le considera un fino analista de la vanidad humana, la frágil gloria del héroe, el horror de la guerra y el cambiante papel de las mujeres en la sociedad victoriana.  Autor de la célebre novela "La feria de las vanidades",  en " La suerte de Barry Lyndon", situada en el siglo XVIII, narra satíricamente las tribulaciones del protagonista y su lucha por conseguir medrar en un mundo que está a punto de desaparecer.  En 1975 Kubrick adaptó al cine esta obra.
Pero si hay un personaje literario que se adelantó a su tiempo y representa magistralmente al social climber es Bel Ami de Guy de  Maupassant.  Recuerdo que leí ese libro cuando tenía 19 o 20 años y el personaje del  guapo periodista  George Duroy aún me sigue fascinando como entonces.



La socialite norteamericana París Hilton




Como la gente está acostumbrada a admirar, seguir  y a veces  rechazar modelos de conducta de grupos en la cúspide de la sociedad del momento, cada cierto tiempo, alguien  inventa una palabra nueva que los define: Café Society a finales del XIX, la Jet Set en los 60,  la Beautiful People posteriormente.  Ahora lo que arrasa son las celebreties y  socialites que son personajes muy distintos, ya que si en el primer caso, alcanzar la celebridad puede requerir bastante trabajo, no ocurre lo mismo con las socalites, muchas de las cuales no cumplirían las exigencias en cuanto a inteligencia y talento de Ninon de Lenclos.  Las socialites, a diferencia de los (las) celebreties, en su mayoría son mujeres, tal vez porque a la mujer se le ha relacionado  más   con  fastos sociales, devaneos y frivolidad y actualmente no iluminan los salones literarios como sus predecesoras sino los foros de banalidades.   En lo que si coinciden las socialites modernas con las de otras épocas es en que suelen ser ricas, por matrimonio o herencia, ser una rica hecha a si misma requiere mucho esfuerzo  con lo cual no hay tiempo para la preparación necesaria para salir estupenda en las fotos, tener un cuerpo en el que cualquier cosa que se lleve encima parezca que cuesta más de 600 euros y estar en la fiesta oportuna con la gente oportuna.  En el fondo, a las socialites del momento solo les falta un escritor de verdad para que las inmortalice, de una vez por todas. 




Comentarios

  1. ¡Qué bueno! Es verdad: les falta ese escritor que las inmortalizaría, pero nunca lo encontrarán, me temo ;)

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  2. Nunca se sabe, yo creo que lo importante no es el tema si no el escritor y la verdad es que en este momento, tienes razón, no se me ocurre ninguno que refleje magistralmente la sociedad con todos sus defectos como hicieron los grandes escritores del XlX y la primera mitad del siglo XX. Gracias por comentar.

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