"El comensal" de Gabriela Ybarra, en la foto






" Mi madre perdió el conocimiento el 3 de septiembre de 2011 a media tarde. Estaba sentada en la cama, mirándome cuando su ojo izquierdo empezó a temblar. Mi hermana Inés y mi tía abuela estaban conmigo frente al cabecero. El cuello de mi madre se agitó, la boca se le llenó de espuma. Todos la miraban en silencio menos yo. Mientras mi madre convulsionaba a mí me entró una ataque de risa nerviosa que me hizo doblarme por la mitad. Tal vez mi inconsciente quería que mi cuerpo se moviera como el suyo, que perdiéramos a la vez el control." (Leer más)



Hace un par de meses una amiga me recomendó la lectura de un libro titulado "El comensal", la primera novela de la joven escritora Gabriela Ybarra, licenciada en administración de empresas, y máster de marketing en la Universidad de Nueva York que trabaja en la realización de estudios de mercado y análisis de redes sociales.
"El Comensal", editorial Caballo de Troya, que ha tenido una buena acogida por parte de la crítica, habla del asesinato por ETA de su abuelo Javier Ybarra, que fue entre otros cargos Presidente del Correo y del Diario Vasco, ocurrido seis años antes de que ella naciera y de, lo que a mí me ha parecido lo más interesante de la novela, la muerte de su madre por un cáncer a los 52 años.
El libro escrito en primera persona en el que la narradora es también el personaje principal es una mezcla de  autobiografía, diario y reportaje centrada en estas dos muertes. La prosa, desprovista de sentimentalismo, es seca, con las descripciones justas y enormemente eficaz. A veces en esa precisión de entomóloga que utiliza Gabriela Ybarra  se puede  entrever la vida cotidiana de la familia de la escritora, su entorno social, la sombra del pasado que aún permanece  en el presente.
Esta novela, como las buenas películas, está recorrida por un dinamismo interno  que hace que  leamos sus 171 folios con interés, capturados por el ritmo de la narración a partir de la mirada de la protagonista sobre las circunstancias de su vida. Y es en la elección de la realidad que la circunda, en la exposición de esos fotogramas vitales que va colocando ante nuestros ojos tan íntimamente ligados con la muerte donde la escritura adquiere su valor y se convierte en literatura.


Como muestra del estilo de "El Comensal" reproduzco una escena del capítulo IV :
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..Mi madre murió un martes, me acuerdo de ella sobre todo los martes. Mi madre murió un día 6, pienso en ella todos los días 6. Quizás sea por ello por lo que empecé a repetir de forma consciente algunos hechos que viví hace un año cuando ella estaba enferma. Esta semana, por ejemplo, llamé al chico con el que me acosté a la semana siguiente de que le hicieran la primera colonoscopia en el hospital.......
Mientras me vestía me acordé de mi madre. De este mismo día del año pasado cuando después de acostarme con el mismo tío, fui a casa a ducharme y quedé con ella en un restaurante mexicano. El chico comenzó a besarme el cuello e intentó retenerme, cogió una pañoleta de un cajón y se la colocó en la cabeza. -A las mujeres les gusta como me queda-me dijo. Me sentí ridícula por haberme acostado con alguien así. Cogí un taxi y me fui a casa. Me duché y pedí una ración de fajitas a un restaurante mexicano."


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